FRECUENCIAS SOLFEGGIO
Las frecuencias Solfeggio se refieren a tonos específicos de sonido que ayudan y promueven varios aspectos de la salud del cuerpo y la mente. Estas frecuencias tienen fama de remontarse a la historia antigua y se dice que son los sonidos fundamentales.
Desde tiempos antiguos el ser humano se ha interesado en el poder curativo del sonido, uno de los estudiosos del sonido en la historia fue Pitágoras, quien basó su investigación en la reacción generada en el cuerpo humano por ciertos acordes y vibraciones, la música al ser vibración tiene una reacción en nuestro cuerpo debido a que las vibraciones afectan de manera positiva o negativa las moléculas del agua, y nuestro cuerpo está compuesto en un 70% por este líquido vital.
Estas vibraciones musicales han sido utilizadas desde hace millones de años, y fueron conocidas como frecuencias solfeggio, se conoce históricamente fueron utilizadas por los monjes gregorianos y/o en los cantos sanscritos de la India cuando cantaban en estado meditativo, por lo que también reciben el nombre de frecuencias celestiales.
Cada frecuencia del solfeggio tiene una vibración especial que a su vez ayuda con una situación específica en nuestra vida.
HISTORIA Y BENEFICIOS SOLFEGGIO:
El médico e investigador Joseph Puleo redescubrió las frecuencias Solfeggio en la década del 70 y recuperó los beneficios para el resto del mundo.
El Dr. Joseph Puleo, en los años 70, redescubrió los efectos sanadores de esta escala musical. Después de amplias investigaciones, se percató que estas frecuencias aparecen codificadas en la Biblia, libro de los números, capitulo 7, versículos 12-89.
Puleo utilizó el método pitagórico de reducción numérica para desentrañar los misteriosos siete patrones matemáticos codificados allí, estos patrones son: 396, 417, 528, 639, 741,852 y 936.
Precisamente el patrón 528 Hz, está altamente validado, siendo utilizado por genetistas, para la reparación el ADN.
La ciencia de la frecuencia Solfeggio. La comunidad científica empezó a vincular el tipo de música reproducida y la variedad de respuestas físicas del cuerpo humano. En 1988, el bioquímico Dr. Glen Rein hizo un descubrimiento que confirmó el punto de vista de las tradiciones espirituales antiguas cuando probó el impacto de diferentes músicas sobre el ADN humano.
Rein expuso ampollas con ADN idéntico a cuatro tipos de música de distinta frecuencia: cantos gregorianos, cantos sánscritos, música clásica y rock. Mediante la medición de la tasa de absorción de luz ultravioleta, función esencial del ADN saludable, Rein pudo evaluar los efectos de cada tipo de música. Los resultados harán que pienses bien qué tipo de música escuchar cuando quieres relajarte.
Los cantos gregorianos y en sánscrito tuvieron el efecto más positivo y hasta sanador, ya que aumentaron la absorción de luz ultravioleta entre un 5 y 9 porciento. La música clásica aumentó la absorción de luz ultravioleta en pequeñas cantidades. Y el rock disminuyó la absorción ultravioleta y dañó el ADN. La investigación de Rein respaldó la teoría de que las frecuencias sonoras tienen efectos intensos, positivos o negativos, en la salud y el bienestar.
Desde el descubrimiento revelador de Rein, surgieron más investigaciones que demuestran que las frecuencias Solfeggio tienen efectos mentales, emocionales y físicos profundos. Además, este conocimiento provocó que la musicoterapia se estableciera como profesión de la salud para ayudara las personas de forma terapéutica mediante el uso de varios aspectos de la creación y escucha musical.
Sin embargo, para comprender qué tienen de especial las frecuencias Solfeggio y en qué se diferencian de otros tonos, primero es muy importante entender la resonancia Schumann.
Quizá te preguntes por qué las frecuencias Solfeggio producen más efectos positivos en el cuerpo que cualquier otro sonido o tono. La respuesta está en la resonancia Schumann.
En 1952, el físico alemán Winfried Otto Schumann documentó de forma matemática las resonancias electromagnéticas que existen entre la superficie de la Tierra y la ionósfera, la parte de la atmósfera que tiene carga eléctrica. Descubrió que estas ondas electromagnéticas, que se originan en las descargas de rayos, resonaban en una frecuencia grave de entre 7,86 y 8 Hz. Determinó que esta frecuencia era en esencia el latido de la Tierra. Desde entonces se la conoce como la resonancia Schumann en honor a su fundador.
El sucesor de Schumann, el doctorando Herbert Konig, llevó la investigación un paso más adelante. Estudió la conexión entre las resonancias Schumann mediante la comparación de registros de EEG con los campos electromagnéticos terrestres y descubrió que coinciden con distintos niveles de actividad cerebral humana.
Konig descubrió que las resonancias coincidían con cinco estados distintos de las ondas cerebrales: delta, theta, alfa, beta y gamma. Estos estados son los que se producen de forma natural durante las actividades diarias, desde el sueño a la creación o el aprendizaje.
La investigación posterior respalda los hallazgos de Konig que confirman las semejanzas increíbles entre la resonancia Schumann y la actividad cerebral. Además, otras investigaciones indican que la frecuencia grave de la resonancia Schumann proporciona sincronización para la función cerebral superior.
¿Cómo se relacionan las resonancias Schumann con las frecuencias Solfeggio? Estas últimas tienen efectos tan positivos porque resuenan en armonía con la resonancia Schumann de 8 Hz. En términos musicales, las frecuencias se derivan desde los 8 Hz y ascienden octava por octava en la escala musical hasta que la nota do vibra en la frecuencia de 256 Hz y la nota A vibra a 432 Hz. Cuando la música se afina para armonizar con esta frecuencia, se la denomina afinación científica.
Las frecuencias Solfeggio incluyen seis tonos diferentes entre otros